- Los seres humanos tenemos miedo de sentir las que llaman emociones negativas. Y cabe decir que no existe tal cosa como una emoción negativa, lo que se existente es la inadecuada gestión emocional; y es que llorar o sentir tristeza es visto como debilidad y se lo trasmitimos a nuestros hijos creando terribles impactos en su personalidad como de su equilibrio emocional como adolescente y adultos. Por ejemplo: Decir "no llorar" nos desalienta a sentir dolor o tristeza (negar un aspecto importante de la vida). También nos desalienta a liberar nuestras emociones de una manera saludable, y nos alienta a reprimir nuestras emociones. Nota: si nuestros padres intentaron calmarnos con comida o un juguete, como adultos nos calmaremos comiendo o comprando. Si la angustia es intensa o persistente, ese aspecto de la conciencia puede congelarse y dejar de desarrollarse por completo. En términos generales, cuanto más intenso o prolongado sea el miedo y la confusión, menos se desarrollarán las cualidades personales. Incluso como adultos, el miedo y la confusión pueden hacer que nos congelemos de forma temporal, psicológicamente o físicamente. Cuando éramos jóvenes e inocentes, el efecto fue mucho más intenso, por lo que incluso un evento relativamente menor como ser gritado podría haber tenido un efecto abrumador. La confusión mental, la agitación emocional y la angustia física se refuerzan y validan mutuamente en un ciclo de retro alimentación aumentando así el miedo y el trauma en general. Los tres elementos de la personalidad en desarrollo (Mente, Corazón y Cuerpo) se ven afectados, por lo que el área de conciencia se ve envuelta por el miedo. El área de conciencia traumatizada está literalmente congelada por el miedo.
